La primera ciudadela indígena urbana en Colombia

Ciudadela Mhuysqa de Iguaque
2019
Tiempo de lectura: 10 min

Por:

Jenniffer Castañeda Cáceres.

Agradecimientos:

Andrés Martínez

Escuela de Medios sin comillas 2018

Esta tierra era de nosotros, nuestros abuelos fueron los primeros en habitarla. Nosotros no llegamos a la ciudad, la ciudad llegó a nosotros. Ángela Chiguasuque- Gobernadora de Cabildo Indígena Mhuysqa de Bosa

Con esta frase la comunidad Mhuysqa de Bosa ha definido parte de las transformaciones territoriales dentro de sus limitaciones geográficas. Barrios como San Bernardino, Villa Ema, Potreritos, entre otros, son los que en la actualidad acogen a 120 familias pertenecientes al cabildo, según el último censo de 2019, quienes permanecen en parte del territorio ancestral para no perder su identidad cultural, sus prácticas y su legado.

Aunque no hay un año preciso en el que se le otorgó el nacimiento de los primeros habitantes a esta zona, hay prácticas que pueden definir desde qué momento de la historia y en qué parte del territorio estaba esta comunidad. Nadar en el Río Tunjuelito, pescar en él, jugar en su jarillón y cultivar gracias a sus aguas, dan una noción de los cambios territoriales ocasionados por la contaminación de sus aguas, afirma Don Gustavo Chiguasuque Neuta, hoy un adulto mayor de 77 años, quien en su niñez realizó estas actividades con el Río y que en su juventud se desempeñó como Tesorero en la estructura administrativa de la comunidad indígena. Él es hoy un vital orador para recordar cómo fue la Bosa rural de los sesentas, antes de la llegada de los procesos expansionistas de la ciudad, esto es lo que nos dice tras preguntar sobre su infancia y juventud en esta zona:

Aquí todo era verde, había varias pequeñas finquitas de nuestros abuelos, yo lo que hacía era decirles a mis padres que me iba a la escuela, pero en realidad lo que hacía era ir a jugar cerca al río. Cuando era el recreo, me aparecía ante las profesoras para que no le fueran a dar quejas a mis papás, por no haber ido.


Para él, con la contaminación del Río Tunjuelito se promovió que las siembras Mhuysqa murieran. Las tierras que eran para cosechar dejaron de ser fértiles porque empezó a llegar el agua turbia del río; al tratar de salvarlas, el cabildo construyó un acueducto artesanal que no fue permitido por el Acueducto de Bogotá, entonces con el cobro de agua y sus limitaciones, las cosechas desaparecieron en gran parte. Así, lo que fueron unas fincas llenas de plantas cultivadas y regadas por aguas del Río Tunjuelito, pasaron a ser cultivos secos y baldíos que no generaban el sostenimiento básico de las familias y además sobre los que debían pagar impuestos.

Y es que las transformaciones territoriales que han tenido las antiguas veredas de San Bernardino y parte de San José ocurrieron por el cambio de las aguas del Río y el cambio en el uso de sus suelos, antes fértiles y luego secos, lo cual fue el detonante para generar dos situaciones: primero, la aparición de compradores impostores que engañaron a los abuelos Mhuysqa en el alquiler de sus tierras provocando que en menos de un año estas tuvieran de a 4 y 5 dueños, así poco a poco los abuelos perdieron su autonomía territorial; y segundo, la creación del Plan Parcial El Edén – El Descanso, con el que se construirían ciudadelas de viviendas de interés social a nuevos habitantes de la ciudad.

En esa medida, es que la comunidad Mhuysqa afectada por la invasión de sus terrenos, la creciente expansión de barrios ilegales, el desconocimiento de las personas nuevas en la zona y la silenciosa abolición de sus prácticas, empezaron una lucha por no solo entender los cambios del territorio sino las dinámicas sociales y naturales que repercutirían en su comunidad. Nosotros como seres humanos llegamos a irrumpir un orden natural, la naturaleza es quien nos ordena, no nosotros a ella. Por eso es necesario entender los espacios y hacer de ellos nuestros hermanos. El territorio es quien manda, por eso se debe interpretar y analizar sus leyes naturales, por esto el indígena lo entiende como el equilibrio natural para preservar y cuidar al otro (sea ser humano, animal o el lugar donde se encuentran), añade Leidy González, lideresa de procesos de reconocimiento etnoeducativo en el cabildo y barrios circundantes.

Y así lo confirma la actual gobernadora del cabildo Ángela Chiguasuque, nuestros padres y madres, fueron quienes habitaron por primera vez este territorio, nuestro apellido ya estaba desde la llegada de Gonzalo Jiménez de Quesada a Bosa Centro. Por ello, y para entender cada una de las transformaciones territoriales dadas por el cabildo, le invitamos a navegar por las líneas de este reportaje, cuya idea es recorrer los hilos de la memoria, la resistencia y la apropiación de las diferentes acciones realizadas para conseguir la construcción de la Ciudadela Mhuysqa de Iguaque. Nuestro objetivo es visibilizar esta hazaña de desarrollo urbanístico indígena que es el primer referente a nivel local, nacional y latinoamericano.

Cada una de estas lideresas en sus diferentes roles como gobernadora, vicegobernadora, lideresa cultural y uno de los Mayores, adulto sabio del cabildo, hacen parte de los procesos de reivindicación de sus territorios y definen el territorio.


El Plan parcial

La ciudadela de interés social es uno de los puntos que hace parte del Plan Parcial El Edén-El Descanso, el cual antes del año 2002 consideraba a la zona de San Bernardino como zona rural. A través del decreto 190 de 2002 quedó catalogada como zona de expansión urbana sin tener en cuenta a la comunidad residente del sector, es decir, el hoy cabildo indígena Mhuysqa. Fue así que esta comunidad decidió plantear como derecho de las comunidades étnicas una Consulta Previa.

Cuando no conocen las implicaciones que eso generará en las comunidades afectadas, las instituciones deben plantear estrategias de negociación con ellos; por esto la consulta previa se convierte en un diálogo intercultural, que permite traducir las necesidades de la comunidad en un lenguaje institucional y el lenguaje institucional en un lenguaje comunitario, expresa la vicegobernadora Sandra Cobos, quien lideró el proceso durante cinco años como gobernadora.

Fue de este modo en el que inició un proceso entre el cabildo y tres administraciones distritales, al reconocer la identidad cultural de un pueblo que, aunque no estaba arraigado por sus resguardos, tenía una vida cultural y social como pueblo indígena en un contexto urbano. Es allí donde las partes iniciaron un diálogo intercultural, en el que se pudiese entender a la comunidad desde lo institucional y traducir sus prácticas ancestrales vigentes (rituales, relación con agua, relación con la tierra), con el fin de llegar a acuerdos que no afectaran sus identidades y territorios, sin desligarse de los intereses urbanísticos y económicos proyectados en la construcción de estas zonas.

“Indio sin tierra no es indio”

Este adagio popular ha sido la premisa con la que se iniciaron los procesos de negociación. Así lo confirma la gobernadora Ángela Chiguasuque, quien considera que una causal de desintegrar a la comunidad es perder sus territorios ancestrales. Si bien todos somos residentes de esta zona, cuando ya no hay espacios para nosotros sino para nuevos habitantes al sector, el desplazamiento de nuestras familias a otras zonas de la localidad o de la ciudad, harían que se perdieran prácticas, legados y ciertos sentidos de pertenencia a nuestra labor, agrega.

Dentro de estos procesos de negociación pasaron 12 años de acciones encaminadas a reconocer, primero, el cabildo indígena como organización de una comunidad étnica residente en la localidad de Bosa; y luego, reconocer sus territorios como parte de un Plan Parcial que no los tuvo en cuenta. Así se generaron acciones de diálogo con tres administraciones de alcaldes para conceder terrenos que permitieran la expansión urbana junto con la construcción de sus viviendas evitando excluirlos de su territorio.

Por consiguiente, se inició un proceso de negociación año a año, para lograr la comunicación efectiva entre las partes y consolidar ciertos acuerdos. Algunos de los momentos trascendentales, dentro de la línea de tiempo de estos diálogos podrían resumirse de la siguiente forma:

Existimos y pervivimos.

Entendiendo este recorrido de años de persistencia, luchas y negociaciones en el que el territorio es concebido no solo como un espacio geográfico sino como columna vertebral de integración de las actuales y próximas generaciones, el cabildo busca que esta hazaña sea recordada como una forma de reivindicar la colectividad. En el 2020, hay un aproximado de 1.140 familias, de las cuales se busca que la mitad quede dentro de esta zona urbana de San Bernardino, según el censo de 2019 por parte del cabildo.

Y así lo entiende Leidy González, quien es una de las lideresas jóvenes Mhuysqa que buscan a través de la etnoeducación para los niños del cabildo, la apropiación de sus pensamientos y cosmovisiones. Para ella, lo más difícil dentro de esas luchas ha sido el territorio, la gente del común cree que el Mhuysqa está solo en el libro de historia, que se extinguió y se desapareció desde la colonia, pero no, nosotros estamos perviviendo y es a través de las luchas por nuestros territorios, dice ella.

Dentro de esta lucha es que aparece el Plan Parcial, como resultado de la Consulta Previa y la tutela, planteado dentro de la primera administración de Enrique Peñalosa y aceptado por él mediante acuerdos.

Este Plan parcial, en palabras de la vicegobernadora Sandra Cobos, tiene contemplado 62.5 de hectáreas dentro de la zona de Bosa San Bernardino, dentro de éste, el 40% se descontó de los barrios ilegales. Del 60 % restante, el cabildo pedía 12 hectáreas de compensación por los terrenos solicitados para la construcción del Plan; sin embargo, de esas 12 lograron 7,2 hectáreas que entraron dentro de un componente del Plan, denominado Unidad de Gestión 1. Esta Unidad contempla 3,14 hectáreas para la construcción de la ciudadela indígena de Iguaque; 0,8 hectáreas para las casas del Sol y la luna, el traslado del qusmuy (casa de oración) y la construcción de corredores verdes; otro número de hectáreas serán destinadas para la construcción de vías de acceso principal. El número restante de hectáreas, que es un aproximado de 54 hectáreas, es donde se desarrollará la vivienda de interés social y prioritaria del Plan El Edén- El Descanso.

De esta manera, es que el Plan Parcial no solo afectó a una comunidad indígena con 1.140 familias, sino además se plantea transformarlo en un referente urbanístico intercultural que permita, mediante las acciones desarrolladas por los Mhuysqa, una relación un poco más armoniosa entre los primeros habitantes del sector y los nuevos. El territorio ha cambiado, hace no más de 20 años yo lo reconocía con mi padre, lo recorríamos en bicicleta y eran potreros grandísimos. Ahora con la urbanización, como dicen los abuelos, tú ya no sabes con quién vives al lado y si él entenderá tu cultura, pensamiento y forma de sentir, agrega Leidy. Es por ello, que se desea que el valor comercial y urbano que tiene el Plan Parcial se relacione con las formas de concebir el territorio desde lo ancestral e indígena por parte de esta comunidad.

La construcción de un modelo propio.

Continuando con las transformaciones territoriales y sociales que han liderado la comunidad Mhuysqa por permanecer en sus tierras, se pasa a una proyección de cómo serán sus casas y su ciudadela ya construida. Ésta contará con 500 casas para las 1.100 familias, algunos diseños las plantean circulares para relacionarse mejor con los solsticios y equinoxios; sin embargo, como alrededor existen ya casas de barrios invasores y a futuro las torres de apartamentos del Plan Parcial, se ha considerado el cambio de diseño por unidades de no más de 4 pisos.

Para la gobernadora Ángela Chiguasuque, los diseños están siendo planteados de la siguiente manera: nuestras viviendas deben tener relación con el humedal, con nuestros dos cerros y nuestras prácticas ancestrales, así podría proyectarse un primer piso para un área autosostenible mediante el comercio y muestra de nuestras artesanías; en el segundo y tercer piso estarían las viviendas bifamiliares, porque nosotros estamos acostumbrados a vivir en espacios grandes con abuelos, tíos y primos; y en el último piso, sería una terraza, para continuar con nuestras huertas y prácticas ambientales.

Culminando el contexto social, las transformaciones territoriales, las luchas de estas comunidades, las proyecciones y gestiones para la construcción de su ciudadela, es que se entiende como el territorio lo es todo. Bosa ha sido hoy catalogada como una de las localidades con más procesos urbanísticos y de expansión amplios en Bogotá, pero a su vez, ha generado múltiples consecuencias en el no respeto ambiental ni social en sus territorios. Por ello, es que desde la reivindicación de estos procesos locales y la visibilización de esta hazaña a nivel latinoamericano es que hoy la Ciudadela Indígena de Iguaque, será un referente que debe ser recordado como un diseño urbanístico que incluye lo ambiental, la resistencia y lucha territorial de sus comunidades. En el siguiente video, se complementa todo lo relacionado con los procesos e impactos de estos cambios:

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